Resentimiento, Falta de Perdón e Ira: Cómo Romper el Ciclo
En la Biblia encontramos diversas historias que resaltan el valor del perdón, y muchas veces las leemos con el deseo de sanar o cerrar disputas, reflejando el carácter de Cristo.
Esto es completamente válido, pero si no comprendemos que cada historia es única, podemos perder de vista algo esencial. En estos tiempos de gracia, Dios quiere que dependamos completamente de Él para sanar las áreas heridas de nuestro corazón.
Solo así podremos llegar a entender Su propósito en cada situación y encontrar la paz necesaria para cerrar esos capítulos de manera genuina y conforme a Su voluntad. La biblia es ese fundamento y guía de como hacer las cosas, pero nuestra relación con Dios determina que él hará en nuestra vida.
No solo leemos la biblia para hacer lo que en la biblia se hizo sino para conocer el corazón de Dios en eso que se hizo en ese momento y poder conocer a Dios en nuestras vidas y en las vidas de otros.
El Proceso después del Perdón
“Mientras guardé silencio, mis huesos se fueron consumiendo por mi gemir de todo el día. Mi fuerza se fue debilitando como al calor del verano, porque día y noche tu mano pesaba sobre mí.
Pero te confesé mi pecado, y no te oculté mi maldad. Me dije: «Voy a confesar mis transgresiones al Señor», y tú perdonaste mi maldad y mi pecado.”-Salmo 32:3-5
Para lograr algo, especialmente algo tan profundo como el perdón, primero debemos comprenderlo. Y para entenderlo verdaderamente, es necesario conocer su origen. El perdón tiene su inicio en Dios, quien fue el primero en extenderlo hacia nosotros.
Para ello, debemos entender los elementos fundamentales del perdón: la gracia, la misericordia y el favor.
- Gracia: Es recibir una bendición que no merecemos.
- Misericordia: Es ser perdonados del castigo que sí merecíamos.
- Favor: Es un regalo adicional que amplifica la gracia, trayendo mayor bendición y prosperidad en nuestra vida, como el perdón, la reconciliación, una vida abundante, el fruto del Espíritu, la salvación y el poder de Dios.
Al comprender estos elementos, no solo entendemos el concepto del perdón y sus beneficios, sino también su origen divino. Esto nos permite trabajar de manera intencional para que el perdón se convierta en una realidad funcional en nuestro corazón y en nuestra mente, transformándonos desde adentro.
Entendiendo el Perdón desde la Perspectiva Cristiana
El perdón es un mandato de todo cristiano, el que no perdona no sabe amar y el que no ama no se parece a Cristo. El segundo mandamiento y el mandamiento nuevo que cristo estableció en el nuevo testamento es, Amar al prójimo como a ti mismo, Cristo lo restablece de esta manera “Amarse unos a otros como Cristo amó”
El perdón es necesario en todas las relaciones que el ser humano se encuentre, ya sea para dejar ir desde la paz o para la reconciliación, pero siempre será necesario. El humano es imperfecto y cometemos errores.
El trabajo después del perdón es complejo, como cuando un vaso se rompe. ¿Qué haces entonces?
- ¿Sigues con tu rutina, dejando el problema sin resolver, y arriesgando que alguien más se lastime?
- ¿Lo recoges con las manos, arriesgándote a cortarte?
- Te enojas y rompes otro vaso, creando más caos y aumentando el riesgo de que otros se corten con los cristales.
- ¿O tomas un recogedor y te aseguras de que no queden pedacitos sueltos?
El proceso del perdón requiere cuidado, atención y tiempo para evitar más daños, pero sobre todo un entendimiento de que es el perdón y quién fue el primero que lo predicó y la aplicó.
Hay muchos factores que trabajar después del perdón y si traduzco la analogía del vaso al perdón se vería así:
- Sigues por la vida sin resolver ese asunto, acumulando rencor y detonantes porque no crees necesario sanar eso.
- Haces las cosas premeditadamente sin ayuda o consejo de alguien que pueda hablarte desde otra perspectiva y con experiencia, creando en ti más dolor.
- Te encierras y no te permites sanar haciéndote daño a ti misma y a otros de manera inconsciente por ese asunto sin resolver.
- O meditas y piensas las cosas mejor y decides tomar cartas en el asunto pero con las medidas necesarias.
Debemos saber perdonar como una toma de decisión constante y aprender a encasillar las consecuencias dependiendo de cada persona en nuestras vidas. Aunque el perdón sólo sea verbal y tu corazón no lo haya procesado todavía es bueno entender que el proceso después de la decisión de perdonar es más para ti que para la otra persona.
El perdón y las emociones humanas
Si creciste en un ambiente con poca o nula inteligencia emocional, probablemente te resulte difícil manejar los desacuerdos. Por experiencia sé que, en estas situaciones, es común no saber cómo reparar una relación tras un conflicto.
Si estás leyendo esto, es posible que en tu hogar la manera habitual de resolver un desacuerdo sea simplemente actuar como si nada hubiera pasado al día siguiente.
El famoso “borrón y cuenta nueva” puede parecer práctico, pero en el fondo sabes que no es lo correcto. Este enfoque acumula resentimientos con el tiempo.
Eventualmente, en un nuevo desacuerdo con la misma persona o con alguien más, esos sentimientos saldrán a la luz. Entonces, términos como “siempre”, “nunca”, “otra vez lo haces” o “la última vez hiciste” se volverán comunes, intensificando los conflictos y haciéndolos más difíciles de resolver.
El perdón, en su esencia, es una decisión: un deseo sincero de decir “quiero perdonar”. Sin embargo, el proceso para que ese perdón se active completamente en tu corazón, de manera que puedas experimentar bondad, compasión e incluso amor, depende de varios factores:
- La naturaleza de la ofensa: ¿Qué fue lo que pasó?
- La gravedad del daño: ¿Qué tan profundamente te afectó?
- Tu forma de procesar el perdón y el trauma: Cada persona maneja el dolor de manera diferente.
- La perspectiva de Dios sobre el perdón: Él nos llama no solo a perdonar, sino también a bendecir a quienes nos han herido.
Reconocer estos aspectos te permitirá abordar el perdón de manera más saludable y vivir en libertad, sin el peso del resentimiento que tantas veces se acumula cuando no enfrentamos los conflictos de forma intencional.
Es válido sentir. Dios nos creó a Su imagen, con emociones, y así como nos dio la capacidad de sentir, también fue el primero en perdonarnos y nos mandó a perdonar. Él sabe que, si tenemos un corazón dispuesto, es posible perdonar.
Cómo El Perdón Afecta Nuestra Relación con Dios
Como dice Mateo 18:35, el perdón es un acto que nace del corazón. Tal vez te preguntes: “¿Cómo puede Dios pedirme que perdone a alguien que me ha lastimado tanto? ¿Acaso no entiende lo que me hizo? Dios es Dios, Él puede hacerlo, pero yo estoy demasiado herida o enojada para perdonar.”
Cuando Dios nos llama a perdonar, no lo hace solo por el bien de la otra persona, sino principalmente por nosotros.
El perdón nos libera del re-sentimiento, la ira y la tristeza, y evita que causemos dolor al Espíritu Santo con estas emociones (Efesios 4:29-31). Perdonar no es tanto acerca de quién nos hirió, sino acerca de quiénes somos y en quién nos estamos convirtiendo.
Dios nos manda a perdonar porque nos llama a parecernos a Él. Para reflejar Su carácter, debemos conocerlo de manera intencional, buscar Su rostro y Su corazón.
Quizás te identifiques conmigo, que en algún momento no entendía lo que realmente significaba perdonar. Pensaba que decir “Te perdono” era suficiente, pero al día siguiente los recuerdos volvían, junto con los mismos sentimientos de dolor y enojo, esos RE-sentimientos causados por mi misma ya que yo misma decidia acordarme del daño y volver a sentir el dolor.
Fue entonces cuando comprendí que el perdón es una decisión diaria. Es decidir, cada día, morir a nuestro viejo yo, a esa versión de nosotras que guarda rencor y revive el pasado.
Es una decisión intencional de bendecir, perdonar nuevamente, y enfocar nuestros pensamientos en lo bueno, ya sea en algo positivo que esa persona hizo o en la bondad de Dios hacia nosotros.
De esta manera, podemos vivir lo que dice 2 Corintios 10:5: “…llevamos cautivo todo pensamiento para que se someta a Cristo” (NVI).
El perdón se convierte en una realidad cuando entendemos que nuestra lucha no es contra esa persona que nos hirió, sino contra fuerzas espirituales que no podemos ver.
Así, día tras día, entregamos nuestras emociones a Dios, dejando que Su gracia transforme nuestros corazones para vivir en verdadera libertad.
El Impacto Emocional del Perdón
Orar por quienes nos han herido es similar a hablar con alguien sobre esa persona, pero con una diferencia crucial: Dios conoce tanto su corazón como el tuyo. Al orar, Él no sólo escucha, sino que también obra en ti, dándote las herramientas y la paz necesarias para sanar de esa herida.
En los momentos de dolor, es fácil olvidar el poder transformador de la oración. Puede incluso sentirse injusto orar por alguien que nos ha lastimado profundamente.
Sin embargo, este acto nos desafía a superar nuestra naturaleza humana y pecaminosa, que a menudo choca con la nueva criatura que estamos llamados a ser en Cristo.
Al orar, abrimos la puerta para que Dios transforme nuestro corazón, guiándonos hacia el perdón y la sanidad que solo Él puede otorgar.
“Ustedes estaban muertos a causa de sus pecados y porque aún no les habían quitado la naturaleza pecaminosa. Entonces Dios les dio vida con Cristo al perdonar todos nuestros pecados. Él anuló el acta con los cargos que había contra nosotros y la eliminó clavándola en la cruz.”
—Colosenses 2:13-14
Resumen
- El perdón tiene su origen en Dios, quien fue el primero en extenderlo.
- Perdonar no es solo una obligación cristiana, sino un camino hacia la libertad personal.
- Más allá de lo que leemos en la Biblia, el perdón requiere comprender el corazón de Dios y Su propósito en cada situación.
Preguntas de autorreflexión
- ¿Qué desafíos has enfrentado al intentar perdonar, y cómo puedes superarlos para lograr una sanación genuina
- ¿De qué manera el acto de orar por quienes te han herido puede transformar tus emociones y ayudarte a sanar?
- ¿Qué pasos prácticos podrías tomar para convertir el perdón en una decisión diaria y no solo en una reacción emocional ante los conflictos?
¡Nos vemos en la próxima!
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