¿Por qué nos cuesta perdonar?

by | Jan 3, 2025 | El tema del perdón

Tocó hablar del perdón

Hablar sobre el perdón no fue fácil para mí. Honestamente, sentía miedo de abordar este tema porque creía que no estaba lista o no era digna de hablar sobre el perdón.

Durante gran parte de mi vida, experimenté todas las áreas de la falta del perdón que humanamente se pueda nombrar, según yo, creía tener el derecho de no perdonar porque me habían hecho daño. Sin embargo, me di cuenta de que, si podía “perdonarme a mí misma”, también debía perdonar a los demás.

Solía pensar que al guardar rencor, estaba castigando a aquellos que me habían herido, sin darme cuenta de que la que más sufría era yo.

Me resultó más sencillo perdonarme a mí misma (entre comillas) y señalar con el dedo a los demás, pero al mirar hacia atrás, noté que cuatro de esos cinco dedos siempre me apuntaban a mí. Al final, comprendí que no me había perdonado verdaderamente a mí misma y que no entendía la magnitud del perdón de Dios en mi vida y las vidas de otros.

 

¿Por qué nos cuesta tanto perdonar a los demás?

Hay muchas razones, pero quiero compartir algunas que han sido familiares para mí y que pueden ayudarte a identificar las tuyas:

  • No entender la magnitud del perdón de Dios en nuestras vidas y las vidas de otros (su gracias y su favor en nuestras vidas)
  • Falta de amor propio y perdón propio
  • Situaciones que se repiten y no saber cómo accionar después de perdonarlos.
  • Falta de comprensión/misericordia
  • No saber cómo perdonar y genuinamente dejar ir
  • Falta de límites personales y hacia los demás
  • Aferrarse al rencor y la memoria del daño causado (meditar en el error)
  • Tener rencor, darle riendas suelta al ego (no gestionar nuestras emociones)
  • No hay espacio para lo sano y lo bueno, no comprender que cosas buenas pueden pasar en tu vida
  • No hay espacio para cometer errores y ser humano

 

Si supieramos amarnos, también sabríamos perdonar.

“Cuídense unos a otros, para que ninguno de ustedes deje de recibir la gracia de Dios. Tengan cuidado de que no brote ninguna raíz venenosa de amargura, la cual los trastorne a ustedes y envenene a muchos.”

-Hebreos 12:15 NTV

 

Para ilustrar el tema mejor, daré un ejemplo: cuando amamos nuestro hogar, no sacamos la basura cuando rebosa el basurero y no le quepa otra basura más, la sacamos diariamente para mantener la casa limpia (2 corintios 10:5). Del mismo modo, debemos tratar a nuestro corazón como una casa que merece cuidado y limpieza constante.

Se dice que el estado de tu casa muestra mucho el estado del corazón y esto no puede ser más cierto. Puedo agregar que acciones, reacciones, pensamientos y comportamientos son reflejo del estado del corazón.

Cuando estamos heridas tendemos a dañar a los demás porque no sacamos la basura emocional, (no regulamos ni conectamos con nuestras emociones, la evadimos); Y cuando finalmente decidimos hacerlo, lo hacemos en las “casas” de otras personas. A Través de insultos, ira, comentarios indebidos, chismes, palabras que traen amargura, reacciones fuera de lo normal, etc. (Efesios 4:31-32)

Algunos proyectan su falta de perdón en otros, juzgándolos por lo que no pueden perdonar de sí mismos. Aquellos que están sanando o en proceso de sanar deben ser conscientes de esto y protegerse, alejándose si es necesario, por un tiempo o permanentemente.

Una persona que refleja un ejemplo de esto es Esaú en génesis 27:41-45 y Hebreos 12:14-17, Esau no se a dado cuenta que el fue que dio su primogenitura y por eso odio, tramo, y se consoló a sí mismo de una manera negativa en contra de su hermano Jacob. Jacob tuvo que huir de él y darse tiempo y espacio entre ambos para poder sanar esas heridas.

No vamos a poder sanar para luego poder perdonar en el mismo lugar que fuimos dañadas sin establecer límites sanos o un distanciamiento prudente. Eso ya no es rencor, es masoquismo o falta de amor propio.

El perdón comienza definitivamente cuando nos damos cuenta de que algo se está descomponiendo dentro de nosotros y lo comenzamos a identificar para ver qué es y sacarlo.

La falta de perdón no dura mucho tiempo en nuestro corazón sin comenzar a descomponerse en él y nos afecte.

Debemos comenzar a sacar esos hábitos, creencias y todo lo que fue plantado inconsciente o conscientemente desde la niñez o desde el momento del daño.

Cuando amamos a alguien se nos hace fácil perdonarlos ya que el amor que le tenemos cubre cualquier falta, si ese amor que damos externamente a otros también lo derramamos en nosotras mismas sabemos perdonar para proteger nuestros corazones y no dejarnos dañar por heridas ni rencor.

Después del perdón hay un proceso

El perdón es una acción del corazón (Mateo 18:35), la acción después del perdón es un proceso, no solo decir “te perdono”. Es una intención consciente de sanar lo que fue herido en nuestro corazón, ya sea por causas externas o por nosotras mismas.

Para perdonar y sanar, necesitamos hacer un trabajo profundo, es intencionalmente querer sacar las basuras que fueron puestas en nuestra casa, ósea que tú no simplemente dices “Sal de mi casa basura” y la basura saldrá, NO, el método reprender no funciona en este caso.

Tenemos que literalmente comenzar a indagar en el corazón, quizás con papel y lápiz en mano y comenzar a analizar o preguntarnos qué tengo que hacer para sacar esta basura de mi casa.

Y después obviamente poner límites claros y precisos para que lo que te hirió no vuelva a herirte.

Que pasa cuando no perdonamos

Cuando no perdonamos a otros, no aceptamos la gracia de Dios en nuestras vidas, la gracia de Dios es un regalo inmerecido de su perdón a través del sacrificio de Jesus.

Quien encubre su pecado jamás prospera; quien lo confiesa y lo deja halla perdón.

Proverbios 28:13

Cuando no perdonamos a otros le otorgamos poder al permitirles echar su basura en nuestra casa (corazón) pueden venir a supervisarlas cuando quieran.

Por eso nos sentimos tan incómodos alrededor de los que nos hiere y por eso tienen el poder de seguir reclamando o echando su basura en tu casa.

¿Te has dado cuenta de que las personas que nos hieren y que no perdonamos cuando llegan a tocar las áreas que hirieron de nuestras vidas, otra vez, nos molesta o nos duele?

Esas áreas pueden ser un comentario sobre lo inútil o ineficiente que eres en el trabajo y cuando esa persona vuelve a hablar contigo de ese trabajo, aunque no haya dicho nada malo, te molesta (desata detonantes en ti).

Es esa basura que ya comienza a apestar y que uno piensa que es el otro el que la tiene que sacar, pero no. Es tu casa y cada quien cuida de su casa, cada quien tiene que guardar su corazón.

¿Cómo hago esto?

Primero entender los principios de la gracia de Dios y el favor inmerecido que tenemos. Cuando entendemos que la vida de Jesus y su sacrificio es un “Te perdono y deseo tener una relación contigo” de Dios. Fue a través de una acción y no solo palabras que Dios nos otorgó ese perdón.

Cuando entendemos eso a profundidad surge un cambio genuino en nuestras vidas porque entendemos que el perdonar es un regalo que damos con gracia porque lo recibimos con gracia.

Como dijo una predicadora, aunque nuestros corazones y emociones no entienden todavía que debe perdonar, por la sangre de Cristo preparamos a nuestra mente a perdonar genuinamente.

Lo segundo:

Poner límites. ¿Cómo es que alguien tiene acceso a tu casa? Porque le das las llaves o porque le abres la puerta. Esas personas te pueden llegar a herir con esos comentarios porque tú le permites el acceso cuando no les pones límites.

Los límites son necesarios en cada área de nuestras vidas, en lo laboral, con nuestra familia, con nuestras amistades, en todo es necesario.

Los límites son esas rayas imaginarias que dice “stop” de aquí no puedes pasar. “Está prohibido el acceso”.

Si alguien entra a tu casa a robar, lo siguiente que haríamos es llamar a la policía para que lo arresten…

Bueno, eso significa que cada acción tiene sus consecuencias, la acción de una persona romper los límites y hacer algo que no te agrada deberían tener sus consecuencias, las cuales pueden variar dependiendo de ti y los límites que traces, pero siempre fundamentados en la palabra de Dios.

Acuérdate que poner límites es SALUDABLE, el que otros no lo vean así no es asunto tuyo, sino de ellos. Esto es un trabajo y recordatorio diario para los que somos people pleasers (complaciente a las personas).

Poner límites te permite decirle “no” al vecino que quiere usar tu casa (corazón) como un bote de basura. Tú le enseñas con los límites a cómo tratarte o si no se tendrán que retirar de tu vida por un tiempo definido o definitivamente.

¿Ósea que si perdona tengo que restaurar la relación con esa persona?

Primero me gustaría decirte lo que significa el perdón según mis investigaciones: 

Si es una persona que ya te hirio mucho y no quieres reconciliación: Sabrás que has perdonado cuando siente compasión por esa persona aunque ya no la quieras en tu vida, le deseas lo mejor y sigues adelante.

Si es una persona que después de herirte te pidio perdon y hizo cambios claros para ganar tu perdón (aunque no debe esperar que tu lo perdones solo porque cambiaron): Sabrás que has perdonado cuando hayas pasado por el proceso, tengas compasión por esa personas y pongas límites claros y precisos para que no vuelva a pasar.

Acuérdate que el que pone límites eres tú y que los límites son saludables. También acuérdate que la que está aprendiendo aquí eres tú, no la otra persona, al menos que la otra persona sea consciente del daño causado.

Si la otra persona no aprende o no quiere aprender a tirar su basura en el lugar correcto, entonces no es necesario darles acceso a tu casa.

Eso no significa que debes odiarlo o ser enemigos, cuando pases por su casa, el/ella por la tuya o se encuentren en un lugar, sea cordial y salude, pero siga su camino con respeto y bendiciendo la vida de tal persona, para cuidar tu corazón de cualquier sentimiento que no venga de Dios.

Bendecir a alguien es hablar bien de esa persona, y al hacerlo, estamos hablando bien a Dios sobre ella/el. Yo veo la bendición como un candado con su llave: tú tienes esa llave en tu boca, y con ella decides abrir o cerrar las puertas de tu corazón.

El candado representa la bendición (la cual das con tus palabras) que protege tu corazón de la malicia. Recuerda que tú tienes control sobre la llave, y cuando bendices, abres la puerta a las bendiciones de Dios en tu vida, mientras cierras la puerta al rencor y al resentimiento. La clave está en tu BOCA.

Si la persona quiere cambiar y ve un comportamiento diferente en él o ella, entonces tu toma la decisión de que quieres hacer, obviamente poniendo límites claros.

Acuérdate que perdonar a alguien no es igual a volver a tener una relación con ellos. Si me enfermo porque comí camarones (porque son dañinos para mí) y me sano, no voy a volver a comer camarones.

Si me enfermo porque comí camarones (pero no son dañinos para mí) sino que mi estómago tuvo conflictos en digerirlos, puedo ir y volver a comer camarones, pero procediendo con las precauciones necesarias.

Antes de reconciliarte o tomar la decisión de alejarte haz tus averiguaciones para ver si es que nunca debes hablar con ellos porque eres alérgico o es que simplemente tuviste una reacción en el momento y tienes que actuar con precaución. Una persona puede no ser buena para nuestra vida nunca o simplemente por un tiempo determinado.

“Cuando perdonas te das a ti mismo la segunda oportunidad de esa vida hermosa, sea cual sea la decisión del otro.”

– Robert Enright

Resumen

  • El perdón comienza con uno mismo.
  • El perdón es un proceso intencional.
  • El perdón no siempre implica reconciliación.

Preguntas de autorreflexión

  • ¿Hay alguna situación o persona que aún no hayas perdonado?¿Qué impacto tiene el rencor en mi vida diaria
  • ¿Qué significa el perdón para mí? ¿Cómo he manejado el perdón en el pasado?
  • ¿Puedo diferenciar entre personas con las que es posible reconciliarse y aquellas de las que necesito alejarme?  

 

¡Nos vemos en la próxima!

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